Dos de los puntos de mayor énfasis de las organizaciones campesinas son la redistribución de tierras por parte del Estado y la actualización del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (Pnis), una herramienta producto de los Acuerdos de Paz con las Farc en el que dicen que no fueron escuchadas.
“¿Quiénes construyeron las propuestas del Pnis?, los guerrilleros de las Farc y el Gobierno. Y dejaron de lado a los cultivadores de coca, quienes son los que realmente padecen el problema”, le dijo a La Silla un líder campesino que pidió reservar su nombre por temas de seguridad.
El Catatumbo es la segunda región que concentra más cultivos de hoja de coca por hectárea, según los datos de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc), y es un territorio estratégico para la industria de la droga por su ubicación en la frontera y la presencia de grupos armados ilegales.
Las mesas de trabajo
En uno de los salones de la mesa de trabajo de Seguridad y Justicia social, el abogado Carlos Meneses Reyes pidió la palabra para impulsar una de sus iniciativas: una banda sinfónica para Ocaña de 40 músicos con personal oriundo de los municipios del Catatumbo y del sur del César.
Finalizando la jornada de debate, Meneses bajó desde su asiento en lo alto del salón y se dirigió hacia el grupo de mujeres que llevaban la relatoría y tenían la misión de subir las propuestas a la plataforma del DNP. Y con su ritmo pausado, impecablemente vestido: camisa a cuadros azul y pantalón negro, le dijo a una de ellas, mucho más joven: “No se le olvide, por favor. Una banda sinfónica para Ocaña”.
Carlos Meneses es miembro de la Asociación Americana de Juristas, una ong con presencia en varios países de América Latina e ideológicamente cercana a la izquierda. La escena tuvo lugar en uno de los 46 salones de la universidad utilizados para las cinco grandes mesas de trabajo y las mesas sobre minorías.
En otro de los salones sobre Seguridad y Justicia Social, un hombre campesino, oriundo del Tarra, pidió la palabra para proponer que la Universidad Francisco de Paula Santander y la futura Universidad del Catatumbo los ayudaran a mejorar sus técnicas agropecuarias. “Mi cuaderno fue un pedazo de tierra y mis lápices un par de limas para las herramientas. Ellos tienen el conocimiento”, dijo ante los gestos de apoyo de sus compañeros.
El debate en cada uno de los salones era conducido por un moderador capacitado por el DNP. Esta institución fue la encargada de diseñar el formulario en el que cada participante podía consignar sus propuestas.
La idea era que cada participante presentara dos propuestas, fueran discutidos entre todos y cada uno de los salones subiera la propuesta colectiva a una plataforma de Planeación.
La recomendación era que pensaran en “proyectos estratégicos” de mediano y largo plazo, y no en una “lista de mercado” que no iba a solucionar los problemas estructurales de la región.
Lo cierto es que las discusiones al interior de los salones abarcaron temas muy amplios. Y no sólo por las dinámicas propias de una suerte de pequeños cabildos abiertos sino por la metodología del DNP. La mesa de trabajo de Seguridad y Justicia social, por ejemplo, abarcaba desde el servicio militar obligatorio hasta los sistemas de alcantarillado.
En el salón del abogado Meneses se habló, entre otros temas, sobre empleos públicos para los jóvenes, rutas escolares para el sector rural, tecnología e innovación para la agricultura o la necesidad de programas de educación superior en Medicina y Enfermería. No hubo, sin embargo, mayores reproches a la metodología del Gobierno. Eran, al final, un grupo de desconocidos, de diferentes edades y orígenes sociales, discutiendo sobre los grandes temas de su región y los pequeños dramas de sus vidas cotidianas.
La mirada puesta en 2023
Sobre las dos de la tarde finalizaron los debates al interior de las mesas de trabajo y las personas se dirigieron de nuevo al coliseo para el acto de cierre.
El primero en hablar fue un simpatizante del Pacto Histórico que dijo que la “izquierda tiene el Gobierno, pero no el poder”. Habló de la necesidad de desmontar la “estructura narco-paramilitar” y de disputar el próximo año la Gobernación y las alcaldías de Norte de Santander. El breve discurso fue contestado por un aplauso generalizado. En el coliseo también había voluntarios locales del Pacto Histórico, identificados con gorras y camisetas, que cubrieron el evento.
En la segunda vuelta de las últimas presidenciales, Norte de Santander fue en términos porcentuales el departamento más anti-petrista del país. Rodolfo Hernández ganó con casi el 80% de los votos. Petro sólo ganó en cuatro municipios de Norte: Teorema, Hacarí, San Calixto y El Tarra, todos ubicados en el Catatumbo y con una población muy pequeña.
Esta tradición obrera y campesina y las expectativas que ha generado el Gobierno en otros sectores, aprovechando la reapertura de la frontera y ahora los “diálogos regionales vinculantes”, pueden ser la primera mano del petrismo para socavar el sólido sesgo anti-izquierda de Norte de Santander.
Después del simpatizante del Pacto Histórico, un campesinó tomó el micrófono y desplegó un mapa de Norte de Santander para explicar el aislamiento del Catatumbo por el mal estado de las vías. “Este es el mensaje para el señor presidente: si mejoramos las vías para que el campesino pueda sacar sus productos, podemos ser potencia mundial de la vida y potencia mundial agrícola”, dijo.
A pesar de la diversidad de las personas que participaron en los diálogos regionales del Catatumbo, otros actores, como empresarios y organizaciones o partidos de derecha, estuvieron ausentes. También estuvo ausente una discusión más profunda sobre las demandas de seguridad de una región azotada por los grupos armados y las economías ilegales. Esto más allá del apoyo que múltiples organizaciones expresaron frente al restablecimiento de los diálogos con el ELN.
En el acto de cierre, el viceministro Francisco Roy anunció que el DNP recibió 190 propuestas, 36 de ciudadanos particulares y 154 de organizaciones, sobre todo campesinas y de mujeres. También se disculpó porque debía marcharse antes para alcanzar un vuelo que lo llevaría de Aguachica a Bogotá. “Soy víctima de la falta de conectividad de la región, un tema que ha sido recurrente en el transcurso de la jornada”, dijo.
Mientras tanto, las personas de logística repartían refrigerios en el coliseo. “Por fin les pudimos sacar algo después del trabajo tan hijueputa sacándole votos al uribismo”, dijo un hombre entre las risas de sus compañeros.